A pesar de que instituciones como la CONADE y la SRE han entablado relaciones al exterior usando el componente deportivo, y México por momentos ha mejorado su imagen internacional, mostrando sus fortalezas al exterior mediante macro eventos y figuras deportivas —como los Mundiales de Futbol México 1970 y 1986 y los Juegos Olímpicos de 1968— México, hasta hace algunos meses, no había tenido un proyecto concreto de diplomacia deportiva.

Sin embargo, nuestro país cuenta con fortalezas deportivas que puede utilizar a su favor, así como expresiones deportivas icónicas mundialmente reconocidas,  tales como la lucha libre. Asimismo, las expresiones deportivas autóctonas son muestras referenciales de la tradición deportiva en México, que podría reforzar mensajes y valores hacia el exterior.

El futbol es el deporte más popular en México y el mundo. Su poder económico apareja vetas en las que se puede encontrar proyectos para el desarrollo social, ya que diversas instancias y clubes cuentan con programas sociales que no han sido suficientemente explorados. Además, el futbol mexicano cuenta con capacidad de infraestructura y gran proyección mediática en Norteamérica y Centroamérica, que lo convierte en un potente medio para impulsar la imagen del país e incluso plantear proyectos de cooperación internacional para el desarrollo. La Copa Mundial de Fútbol en Norteamérica 2026 es un marco propicio para impulsar medidas que busquen mejorar la relación política, económica y migratoria entre los tres países participantes.

México también es un referente en algunas disciplinas a nivel regional, como clavados, taekwondo, marcha y boxeo. En las olimpiadas, los deportes con más medallas para México han sido clavados con 14, boxeo con 13 y taekwondo con 8.  Estos podrían ser puntales para establecer proyectos de cooperación para el desarrollo con Centroamérica, El Caribe y otras regiones. De igual forma, México podría fortalecer lazos con estos países al recibir apoyo en deportes como beisbol y atletismo.

El objetivo de este conversatorio es reflexionar sobre los antecedentes de la diplomacia deportiva en México, así como analizar las capacidades y herramientas del país para poder construir una estrategia oportuna. Durante éste,  los participantes dialogarán sobre los macro eventos deportivos realizados en el país, así como los grandes proyectos deportivos en los que México participará en el futuro. De igual forma, se analizarán distintos elementos que podrían servir para articular una sólida política de diplomacia deportiva.

La complejidad de las relaciones internacionales y la búsqueda de varios estados por posicionarse de mejor forma en el mundo han provocado que diversos países articulen formalmente proyectos públicos de diplomacia y cooperación deportiva. Por medio de esta práctica han combatido la inseguridad, apoyado al tema migratorio, impulsado el desarrollo económico, la salud y la equidad de género. Asimismo, diversos países han utilizado al deporte para construir su imagen en el plano internacional. En este sentido, el deporte se presenta como un gran aliado para la construcción de la Marca País, ya que no sólo repercute en la generación de una imagen en el exterior, sino que revierte internamente fortaleciendo los lazos de cohesión de la comunidad nacional. Por ello, cada vez más países optan por la organización de un mega-evento deportivo para proyectarse en el plano internacional, como ha sido recientemente el caso de Brasil, Rusia, China, Sudáfrica, Qatar y Azerbaiyán.

A fin de enriquecer la diplomacia deportiva de México, es fundamental conocer a profundidad las estrategias de países relevantes en distintos ámbitos de la diplomacia deportiva: como herramienta para el desarrollo, como herramienta de poder suave, como un instrumento de promoción de diálogo e integración en sociedades multiculturales, y el deporte como herramienta de relaciones pacíficas. El objetivo de este conversatorio es compartir las estrategias de diplomacia deportiva de otros países, a fin de entender sus variantes, complejidades y principales aportaciones.

Las relaciones internacionales del siglo XXI se caracterizan por la inclusión de nuevos actores en la escena global.  El avance de las tecnologías de la información y la comunicación ha permitido en las últimas décadas la entrada tanto de actores no gubernamentales, como de la ciudadanía, a un espacio históricamente reservado para unos pocos y fundamentalmente para los gobiernos de los Estados. No obstante, si lo miramos desde el punto de vista de la toma de decisiones, en el ámbito de la diplomacia el poder de decisión sigue en manos de los diplomáticos profesionales, aunque en segundo plano haya otras formas de diplomacia en la que la presencia de las mujeres como actor social se muestra importante.

La agenda para el desarrollo sostenible adoptada en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, recoge en su objetivo de desarrollo número cinco conseguir para 2030 “la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. Para conseguir este objetivo, la oficina para las mujeres del mismo organismo, ONU Mujeres, sostiene que el deporte “tiene el poder de trascender las barreras de sexo, raza, religión y nacionalidad. Promueve la salud y el bienestar, mejora la autoestima y enseña liderazgo, habilidades para trabajar en equipo y perseverancia. Las mujeres en el deporte desafían los estereotipos de género, se convierten en la inspiración como modelos a seguir y muestran a hombres y mujeres como iguales”.

No obstante, las competencias de mujeres no fueron permitidas de forma amplia hasta los Juegos Olímpicos de 1928, siendo Londres 2012 la primera cita olímpica en la que las mujeres compitieron en todas las pruebas, habiendo tres disciplinas específicas para mujeres (gimnasia rítmica, natación sicronizada y sófbol) y teniendo que esperar hasta la última cita en Rio 2016 para acercarse a la paridad en términos de participación con un 45%.

Por tal motivo, sigue siendo necesario pensar el deporte con perspectiva de género, esto es, con una mirada que nos permita identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, así como las acciones que deben emprenderse para actuar sobre los factores de género y crear las condiciones de cambio que permitan avanzar en la construcción de la igualdad de género; si realmente se quiere que el deporte sea un elemento fundamental para coadyuvar al logro, tanto de los Objetivos del Desarrollo del Milenio, como a una relaciones internacionales de carácter más horizontal en las que prevalezcan las relaciones diplomáticas en favor de la paz, la prosperidad y la sostenibilidad.

Teniendo este objetivo en mente, este conversatorio busca convocar a las representantes de diversas instituciones del ámbito nacional e internacional que miran las relaciones internacionales y el deporte como ámbitos de acción conjunta, en los que la perspectiva de género y la participación de las mujeres son esenciales.

La diplomacia pública consiste en influir o informar a un público extranjero para convencerlo de aceptar valores o ideas que legitimen acciones de política exterior. Esta diplomacia se apoya en aspectos como la cultura, tecnología, economía, educación y deporte. Basado en Carlos García de Alba, “Diplomacia pública, propaganda y poder blando”, en Revista Mexicana de Política Exterior, SRE, México, 2009, p. 223. Omar Pérez Salazar, La diplomacia deportiva en el marco contemporáneo de las Relaciones Internacionales: la proyección de la imagen del FC Barcelona y Real Madrid FC, tesina para obtener el grado académico de licenciado en Relaciones Internacionales, FCPyS, UNAM, 2019, p. 99.